Perpetuando el ciclo de ignorancia y superstición en pleno siglo XXI

Después de casi siglo y medio de la presentación de la Teoría de la Evolución, millones de fundamentalistas cristianos estadounidenses llevan a sus hijos a recibir, en un ambiente festivo, el único y verdadero conocimiento: esa incuestionable revelación de que vivimos en un miniuniverso de cartón piedra conformado por un puñado de planetas, una bóveda de puntos de luz casi pintada a mano y poco más, una creación inventada por una mente enferma capaz de exterminar a humanos, animales y plantas cuando no se le honra adecuadamente.
Que a  estas alturas del siglo XXI, en el momento en donde todo el conocimiento humano está accesible a un par de clics de roedor cibernético, docenas de millones de fundamentalistas de la primera potencia científica mundial sigan aferrados a la única verdad revelada, esa que afirma (sin prueba alguna por cierto) que
Yo no salí de ninguna charca, ni bajé de ningún árbol. Adán es mi antepasado y no un chimpancé
porque
Dios lo creó todo y en seis días nada más
ya que
la Teoría del Big Bang es una birria y lo del millón de años también.
mientras divertidos “aprenden” tarareando la canción
únicamente demuestra que hay poca esperanza para millones de pobres niños cuyo único futuro en la vida será el de perpetuar, generación tras generación como ignorantes sísifos, el más que intemporal ciclo de la superstición y la alienación mental que desgraciadamente se lleva repitiendo ya demasiado tiempo, ya que está más que claro que casi nadie quiere considerar a la religión como lo que verdaderamente es: simple maltrato psíquico, que como todo abuso hacia la infancia acaba dejando secuelas de por vida.
Porque si no se protege a la infancia de la superstición, después esos niños crecen y llegan a adultos con un desarrollo físico completo, pero con evidentes taras mentales aunque acaben la carrera de derecho. Y todo un presidente de los EEUU nombra nada menos que director de la Agencia Medioambiental estadounidense a uno de estos menores intelectuales perdidos en cuerpos de adultos. Y en todo su ignorante cristianismo este osado literalista llega a la conclusión que los miles de estudios publicados en las mejores revistas científicas sobre el cambio climático y el calentamiento global están equivocados, porque parece ser que tiene comunicación directa con dios (el judeocristiano, por supuesto, ya que los otros 2.700 son meras invenciones del siempre peligroso Satanás), el cual le orientó en su decisiones ya que según afirmó nuestro protagonista hace algún tiempo
Pasé un par de años orando sinceramente, haciendo la pregunta que no creo que preguntemos lo suficiente: ‘Dios, ¿qué quieres hacer conmigo?’
Y por supuesto, como parece ser que dios quería que se encargara del planeta, ahora como máximo responsable de la política medioambiental de la primera potencia mundial, ha encontrado orientación en un libro, por supuesto ninguno de esos tratados ateos sobre ciencia sino en la siempre “útil” recopilación de disparates del pueblo judío, libro que parece indicar claramente que debemos seguir extrayendo combustibles fósiles hasta vaciar las profundidades de la Tierra y envenenar su atmósfera, sin importarnos por supuesto la contaminación medioambiental ni el cambio climático, ya que según ha declarado recientemente en una entrevista nuestro protagonista
La visión bíblica del mundo con respecto a estos temas [medioambientales] es que tenemos la responsabilidad de administrar, cultivar y cosechar los recursos naturales con los que hemos sido bendecidos para verdaderamente bendecir a nuestra humanidad.

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